Hábitos modernos
Curaduría de Roc Laseca
Centro de Arte La Regenta
Las Palmas de Gran Canaria. 2018
Hacer hogar del campo de batalla
Ante mí se desarrolla en el silencio un extraño desorden organizado.
Me asalta el horror sagrado [...] Pronto ya no sé qué he venido a hacer en estas soledades enceradas, que evocan el templo y el salón,
el cementerio y la escuela [...]
¡Qué fatiga, me digo, qué barbarie! Todo esto es inhumano.
Paul Valéry, Oeuvres, París, 1923:290 ss.
1.
Urgencia de la vida después
Este ejercicio de Lecuona y Hernández, impelido entre el tejido de tensiones al que nos tienen acostumbrados, anuncia sin embargo una transformación. Es probable que marque la etapa incipiente de una expansión formal derivada de las múltiples experiencias que mantienen con otras tradiciones y contextos de producción y de saber. Pero es más probable que sea esto el anuncio de una revolución inminente. Una revolución también para el que no ha viajado jamás, para el que creía tener una intuición más o menos precisa del manejo de sus propios códigos vitales. Éste es un ejercicio para la vida nueva, un proyecto que empieza a trascender la desesperación por la supervivencia para sustituirla por la urgencia de la vida después. Si hubiéramos sobrevivido -algo que quedaba en suspenso en Testigos, su último proyecto individual en las salas del Gobierno de Canarias-, probablemente sería ésta la experiencia comunitaria, hacinada entre paredes museales, la que daría pie a la redacción del primer manual para el asentamiento de la nueva humanidad que, con bastante acierto, llevaría por título "Cómo hacer hogar del campo de batalla". Así que esto no es una exposición, tampoco un repositorio plomizo de las formas de vida perdidas y de las reliquias que aún custodiamos como queriendo mantener en ellas el recuerdo de un tiempo mejor. Aquí, la memoria ha sido reemplazada por otros mecanismos de convivencia más proactivos, menos culpabilizadores, más cercanos aún al optimismo que procura la amnesia colectiva para empezar a hacer con ella la demarcación de un territorio que creímos provisional. Hacerlo con el cuerpo, como siempre. Con los volúmenes, densidades y gravitaciones que procuran. Pero hacerlo sobretodo con la bienaventuranza, la tendencia hacia su agrupación. Los cuerpos agrupados, formando un superconjunto es lo que está empujando a pensar a partir de otras formas de convención. Hace siete años, Testigos ponía a trabajar toda su maquinaria a partir del cuerpo ausente. Hoy, al final del dibujo de este ciclo vital, los cuerpos, pero también la pintura, la topología, los lugares de paso, las geografías, y por encima de ello, todas sus mutaciones, están más presentes de lo que jamás habíamos imaginado. Y éste ha sido el inicio de la revelación: la presencia de lo inimaginable describirá una nueva idea de experiencia. No es un cambio de código. No es una reprogramación. Es un reconocimiento colectivo sobre la urgencia de lo no-programático. Es el inicio de lo que nunca supimos que llegaría, de aquello de lo que jamás fuimos testigos (...)